Odisea de Sanación
“Una vida que es realmente vivida, está quemando constantemente los velos de la ilusión, revelando gradualmente la esencia de quién somos” - Marion Woodman.
Existe una tendencia tóxica de juzgarnos por las heridas que no sanamos, según la ligereza que demandan los cánones culturales, familiares o sociales, por miedo a ser consideradas defectuosas, anormales o fracasadas.
La idea de que el proceso de aliviar el dolor emocional, tiene fecha de caducidad, pone más piedras en el camino, que el propio pesar padecido.
Sanar y evolucionar, es infinito.
La palabra odisea, se define en el diccionario como un “viaje lleno de dificultades, que se oponen a la realización de un propósito y que requiere tiempo, esfuerzo o habilidad”.
¿Cuál es el viaje? Tu vida entera.
¿Y el propósito? Vivirla como quieras.
¿Qué habilidad? Vivirla a tu manera.
¿Esfuerzo? Conocer en profundidad, el propósito de tu alma y su karma.
¿Tiempo? Absolutamente, toda tu existencia.
Llegó la hora de sentirte orgullosa, del largo viaje de sanación que llevas viviendo, desde que estabas en el vientre de tu madre.
¿Cuál es mi odisea de sanación?
Anhelar aliviar nuestro dolor, es parte de la naturaleza humana. Pero sanar, no significa deshacernos de las heridas o de sus desagradables sentimientos.
Es importante cambiar el foco, dejar de buscar cómo aliviar nuestras heridas y en cambio, encontrar alivio en la transformación de nuestra personalidad, a través de ellas…
Abrazando tu dolor.
Nuestras heridas emocionales o intergeneracionales, ya han cicatrizado y están listas para transformar el profundo dolor que guardan, en una poderosa y nutritiva sabiduría. Son una gran invitación, para dar pasos firmes hacia lo mejor de tu verdadero potencial.
Porque cuando creemos que esas heridas, son un fracaso personal, de forma inconsciente estamos reabriendo sus cicatrices y reviviendo con mucha intensidad, el dolor que nos causaron.
Y cada vez que la vida te invita a observar, alguna capa de tus cicatrices, te ofrece una nueva oportunidad para reconocerlas con compasión y poder explorar, las diferentes experiencias o emociones que te revelan.
¿Por qué siento el impulso de aliviar mi dolor?
Cuando experimentas dolor, físico o emocional, la parte racional del cerebro, aquella que procesa de forma lógica toda la información, pone todo tu cuerpo a trabajar en una única misión: sentirte mejor.
Lo importante de este maravilloso mecanismo de defensa, es que el deseo de sanar es saludable y fortalecedor.
Comienza a ver las heridas, como un portal hacia tu poder.
La clave para calmar la persistente búsqueda de alivio, radica en aceptar que el dolor, es subjetivo y temporal.
El dolor es subjetivo, porque la percepción de dolor, cambia según tu forma de interpretarlo y no por el suceso en sí.
El dolor es temporal, porque no es fijo o inalterable.
Nuestro sistema nervioso, necesita tiempo para sanar patrones de hipervigilancia, bucles de estados mentales que nos magnifican la sensibilidad, ante estímulos amenazantes. Y abrazar nuestro dolor, significa evitar echarnos más peso sobre los hombros, pretendiendo sanar nuestros dolores en cierto período de tiempo, según las expectativas nuestras, según las ajenas o esperando que alguien, quien fuera, los sane por nosotras.
Sanar heridas emocionales puede ser abrumador y a veces, hasta desolador. Pero cuando le ofrecemos consciencia a nuestras cicatrices, aumentamos la capacidad para cultivar nuestro proceso de sanación, invirtiendo tiempo y recursos en hacer florecer, nuestra verdadera esencia, nuestro auténtico ser.
¿Cómo emprender mi viaje?
Estás en él, desde tu primer aliento de vida. Aunque probablemente, tus intensas ganas de sanar pueden haberse precipitado por algún tipo de crisis: una pérdida, un corazón roto, un accidente, una enfermedad o la constante sensación de rabia, tristeza o desesperanza.
Invierte en tu ser, porque es y será el mejor negocio que jamás podrás hacer, además del que más beneficios sostenibles ofrece, tanto para ti como para el legado que dejas a tus herederos y al mundo entero.
Ríndete por completo ante tu proceso, único y extraordinario, liberándote de plazos, fechas límite o propósito de consumación.
Sentir, trabajar e integrar las experiencias dolorosas, que pueden haber quedado reprimidas, nos permite fluir en el presente, sin confinarnos a los aspectos inconscientes y limitantes, de la interpretación que le hemos dado, a esas experiencias traumáticas.
Autocuidado
“El autocuidado fue una manera de alejarme de los entornos tóxicos, admitir el dolor y encontrar el tiempo y el espacio necesarios para sanar.” - Sadie Trombetta
Para las mujeres, muy a menudo encasilladas en roles patriarcales de criadoras y cuidadoras, que nos presionan a estar más pendientes de los demás que de nosotras mismas, practicar a diario el autocuidado… es un acto revolucionario.
Según Emma Goldman, la verdadera revolución surge de las mujeres, al liberarnos de los prejuicios, las tradiciones y las costumbres. Pero esta liberación, no tiene fecha de graduación y forma parte del camino que recorremos, durante toda nuestra vida.
Desde la colectiva Luchadoras, nos invitan a comprometernos con el autocuidado y a cuestionar creencias tóxicas:
Creencias de que la industria médica es la única conocedora de nuestro cuerpo, bienestar o dolencias.
Suposiciones de que nuestros fluidos, bacterias o ciclos naturales, son un estorbo o un obstáculo.
Conjeturas de que la sabiduría ancestral femenina, sobre otras formas de sanar, es superchería.
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Fuentes: The Importance of Long Term Support, Marion Woodman: Pioneer of Conscious Feminity, El Viaje de la Heroína, Politic of Self Care and Feminisim
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